jueves, 6 de noviembre de 2014

De miopía y ceguera en la academia colombiana

Es inverosímil pero cierto, en colombia existe educación para todos los bolsillos y gustos, pero no para todas las necesidades, incluso los modelos aplicados en entidades públicas y privada distan mucho de ser originales, en cambio son remedos de modelos trasnochados de otras latitudes, guiado en parte por un gobierno ambicioso por tener cifras que venden para su reelección y por el desconocimiento por no decir ignorancia de la academia respecto al entorno que la envuelve.


Y es que en la academia se encuentra cuatro síntomas críticos de su enfermedad mortal que la están ahogando:


  1. Miopía ante las exigencias reales del mercado laboral en colombia, guiado en parte por la creencia de la falta de interés por involucrarse con la empresa privada, por temor a perder su sentido independiente, o por creerse posible herramienta para el mundo capital.
  2. Ceguera respecto a los contenidos que necesitan sus egresados, conocimiento útil para el mundo laboral, con posibilidad de autogestión y evaluación continua por parte del medio productivo en una constante mayéutica donde se complemente, proponga y reformule su modelo.
  3. Interés económico en muchas entidades que prima por encima del verdadero proceso educativo, característico de las universidades y entidades de garaje.
  4. Modas y falta de proyección, son entidades en su mayoría anacrónicas con carentes o casi nulos procesos investigativos que se mantienen quejando del sistema, desarticulando, basado en opiniones y modas donde incluso cuando se pone a tono ya es tarde, por ejemplo acoger un modelo educativo que en pocos años es obsoleto o contenidos que ya no son relevantes.


Estamos inmersos en un mundo de cambio constante y con inmediatez, la universidad debe estar atenta a los cambios, reaccionar acorde al nivel de impacto y generar soluciones efectivas para que sus curriculums sean dinámicos, siempre en contacto con el mundo productivo pero no en un tono pasivo sino activo, generando y cuestionando el entorno su modelo y sus procesos, sin temor a reevaluar.


La academia debe aprovechar aún más la enseñanza a distancia llevándola a un proceso 3.0 donde se posibilite la construcción de la misma por parte de los usuarios.


La academia debe salir de las aulas y estar actuando en todos los espacios y niveles de la sociedad, no a modo de prácticas laborales de último semestre simplemente dirigidas, sino enmarcadas dentro de un lineamiento propositivo que genere cambios y modelos que sean propios a las necesidades de nuestro país, regiones, campos y ciudades.


Creando espacios de discusión donde todos puedan ser partícipes y donde su huella en el crecimiento de la nación no está enmarcado solo por la cantidad de egresados sino por la calidad y concordancia de los conocimientos de dichos egresados dentro del mundo laboral y social, siendo incluyente para que cada día más personas reciban una mejor educación, de calidad, actual y en el tiempo, medios y recursos justos.


El engranaje educativo no solo depende de las universidades, también de los colegios e incluso, desde los jardines, hoy nuestros niños crecen en hogares solitarios donde los padres trabajan y en el estado se inclina más por el asistencialismo que por la educación con fundamento para la primera infancia, también se evidencia un desorden y anarquía en las instituciones escolares privadas y públicas donde en las primeras son fincas de un dueño, manejadas a su antojo y en el que los niños son el ganado que trae el dinero de sus padres, mientras en el público prima el interés de sindicatos que han perdido su norte y valor social, acompañado de ambientes violentos, propicios para la delincuencia.


Jóvenes que salen de un sistema educativo carente de sentido que los capacita en todo y en nada, hombres y mujeres que salen en busca de un futuro, en muchas ocasiones sin tener presente sus aptitudes y actitudes ante las ofertas de educación superior, afanados por producir o por buscarse un espacio en un mundo laboral cada vez más enrarecido y competitivo.


Muchos se quedan a medio camino y terminan en las esquinas vendiendo de forma ambulante, otros hacen parte de la delincuencia, en el caso de los que poseen ingresos, entran a la universidad según sus posibilidades, muchas de las cuales son solo de garaje que buscan beneficios económicos, otras miopes con sistemas educativos a medio hacer,  y otros logran ingresar a excelentes instituciones.


Al terminar los que logran el título pueden ser parte activa del entorno económico, pero después de muchos encontronazos con el mundo productivo porque el conocimiento recibido no es equivalente con lo exigido, así que deben reeducarse y capacitarse para las necesidades y lograr un puesto.


En síntesis un hábitat con más amenazas que beneficios, el cual con el tiempo se convierte en una bomba social; una bomba que puede ser desarmable, donde las entidades educativas actualizadas y en armonía con el proceso productivo generen promociones de profesionales realmente capacitados e investigativos;  donde los colegios y jardines enseñen bien lo básico (lectura, matemáticas, escritura, ciudadanía y arte) e incentiven el interés en sus alumnos por la investigación, las artes, la participación social y democrática responsable; donde  el sector empresarial sea activo, se interese por ayudar a forjar  una sociedad más incluyente, todo esto en un marco legal claro y regulador donde el estado genere el ambiente necesario para crecer en todos los ámbitos.

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