lunes, 30 de abril de 2012


De que sirve tanta guerra si la paz esta comprada?

¿Acaso con los cadáveres de policías, guerrilleros, campesinos y soldados podremos tapar la podrida situación de un país decadente?

Acaso la maldición propia de nuestras lenguas fétidas ávidas de enumeran las múltiples bellezas de nuestro decadente nacionalismo, permiten ver que en verdad no somos más que un terruño poseído por seres inanimados, ávidos de sangre y maldecidos por nuestras generaciones de cachiporros y godos, que solos se tragaron la tierra para eructar asesinatos, desaparecidos, secuestro y matanzas; Ese correr endemoniado propio de una guerra donde las cruces las pones los de apie y los poderosos y sus familias se ríen a carcajadas mientras degluyen un vino francés o se alimentan con las carnes del ganado que devora el poco campo que queda.

Es pues menester de los pocos cuerdos que quedamos, demostrar que esta nación no es más que una mentira apropiada por muchos en una camiseta amarilla o por el trasero movedizo de una cantante en su concierto.

Para que carajos sirven los muertos?
Para alimentar el poder de sanguinarios y el estatus quo de muchos que garantizan el futuro de sus hijitos, y obviamente en tramar una enredadera donde el futuro sea cada vez más negro e imposible de disolver protagonizado por “señores” de izquierda y derecha que en últimas se alimentan de la misma sangre siendo evidente que la raíz va más allá.

¿Quien pone los muertos?
Los cadáveres son devorados por moscas y cámaras para quedar archivados en noticieros y portadas de periódico en la carnicería, pero en ultimas los muertos son pobres con botas pantaneras y gringas, con tenis y alpargates, solo ser un ciudadano te garantiza que la muerte te consuma para devorarte y si tu muerte es digna de salvajismo ocupar uno o tres minutos en el noticiario.

¿De donde viene la guerra?
Muchos dicen de la droga, de la mala distribución de las tierras, de la inequidad, la ignorancia y pobreza, pero en ultimas de todo lado ser colombiano se nos convirtió en sinónimo de violento, narco, ilegal, prostituta y pobre ignorante, y nos lo creímos, mas de 70 años de publicidad barata y realidad rompiente termina por darnos la razón y tragar del plato de la tristeza, solo siéntate a mirar la tv y te darás cuenta de lo bajo que puede ser.

La luz al final del túnel
¿Habrá luz para este valle de lagrimas? si todo tiene solución y no me refiero a que Colombia sea devorada por un terremoto de la correa de fuego o que una epidemia borre la cultura colombiana de la faz, no, tal vez estas posibilidades sean propias de un final hollywoodense para tanta desgracia pero Colombia tiene posibilidad de un cambio, 

Tres formas y tres salidas:
Consideremos tres formas de romper la miseria que nos rodea, que incluso no son novedad:

  1. Ser sinceros y mirar nuestro pasado como lo que es: pasado, sentarnos como pueblo no como gobierno ni como guerrilla y narcotráfico y mirar que juntos cambiamos todo si queremos, sino para que, estamos vivos y aun la muerte no nos ha arrastrado por tanto hay esperanza en decir lo mal que estamos y dejar de pensar que la bandera de estrellas nos salvara o que un milagro hará que nuestros pecados abominables de nuestra pereza, nuestra ignorancia y la falta de hermandad nos ha llevado a comer tierra de nuestros muertos. Ser conscientes es el primer paso decretar y enunciar que somos una sociedad enferma y que merecemos un cambio.
  2. Reconstruir la nación como nuestro hogar porque en ultimas nuestros muertos son de todos sin importar la militancia que hayan profesado, nuestros inocentes son todos sin importar que sean campesinos, profesionales y obreros, hombres niños, niñas y mujeres, adultos jóvenes y viejos, nuestros muertos somos todos, la muerte del indígena, del negro, del blanco y del trigueño es nuestra muerte, su mutilación, su secuestro y su desaparición es nuestra muertes, juntos morimos con cada asesinato, desaparecido y desplazado por tanto el problema nos atañe a todos tanto en la ciudad como en el campo y es de todos trabajar por el cambio.
  3. Aferrarnos a nuestras creencias sean las que sean, desde que produzcan bien, y trabajar duro por un país mejor donde esté presente sangriento no sea más que un mal recuerdo, basado en un nación que garantice educación, salud y casa para todos, un país donde la justicia sea equitativa y ecuánime, una nación donde ser colombiano sea valorado por el colombiano, que podamos conocer cada palmo de nuestra nación y se garantice el trabajo y la buena remuneración de nuestros campesinos y clase obrera, un país forjado en la posibilidad de generar empresa donde se garantice el trabajo y el respeto a ella, una Colombia verde de punta a punta fiel a sus principios de orden y libertad, que proteja y defienda la protección al medio ambiente. Una nación nueva producto de nuestros deseos.
Realizando estos pasos y sus pasitos, podremos dejar de lado este triste amanecer donde caen cada día mas inocentes y la muerte nos cubre con su manto, porque solo soñar es el comienzo para empezar un cambio.